11 de septiembre de 1983
Cuando pude volver a Chile, trece años después del golpe del 11 de septiembre, visité los lugares que se habían anclado en mi memoria en los intensos años vividos como estudiante de sociología en la época del gobierno de la Unidad Popular. Fui a La Moneda, reconstruida por el dictador; resonaron en mi las palabras finales de Salvador Allende a través de Radio Magallanes, mientras los Hawker Hunter bombardeaban la casa de gobierno y él se disponía a morir sin entregarse.
Se llenaron de lágrimas mis ojos al volver la vista atrás y sentir la misma rabia e impotencia con la que tuve que hilvanar tres servilletas, dos rojas y una blanca para colocar una bandera peruana en la ventana mientras mis vecinos cruzaban con copas de champaña y grandes piedras con las que rompían nuestras ventanas aterrorizando a nuestros niños y gritando: “Saluden el golpe peruanos, cayeron los comunistas”.
Caminé La Alameda recorriéndola varias veces desde la Estación Central llegando a los cerezos en flor de Providencia, hasta que calzaron exactamente los recuerdos. Respiré hondo la lluvia en el Cerro Santa Lucía. Me acerqué nuevamente al Mapocho y sentí el mismo escalofrío en la columna que experimenté cuatro días después del golpe al ver flotar en sus aguas un cuerpo inerme. Llegué con miles de jóvenes al parque O’Higgins en el metro lleno de banderas y pancartas; jóvenes que eran muy pequeños para guardar en la retina la imagen funesta de los cuatro miembros de la Junta Militar cuando aparecieron por primera vez en la televisión, en blanco y negro. Quise llegar a nuestra antigua casa en Los Leones, la casa del limonero de la que tuvimos que huir dejándolo todo, con nuestros pequeños a cuestas, nuestro miedo en la garganta y los sueños rotos. No pude, había que cruzar la Avenida 11 de Septiembre. Sigue ahí. ¿Qué le falta a la democracia en Chile que no es capaz de cambiar ese ignominioso nombre a una simple calle?
12 de septiembre de 1992
Abimael ha sido capturado. No podía creer en quienes me llamaban por teléfono anunciando la noticia esperada por años. Sólo cuando lo vi con Elena Iparraguirre rodeándolo como lunática, queriendo proteger a su pareja y líder; sólo entonces el corazón brincó dentro. Ni una gota de sangre, ni una bala; pura inteligencia. Fujimori estaba pescando muy lejos, ignorante, con su hijo, en un lugar de la selva según cuentan. Montesinos se moría de rabia de no poder mostrarse con él. ¡Cuánto le debemos a nuestra Policía Nacional! ¡Qué poco hemos hecho para recordar ese momento que marcó un punto de quiebre en el país! El día en el que se empezó a caer, como castillo de naipes, la estructura de la organización criminal que enlutó al Perú. 12 de septiembre: cayó el Abimael Guzmán, alias Camarada Gonzalo, dirigente de Sendero Luminoso, el iniciador de la guerra interna y el causante de la mayoría de las muertes que en ella ocurrieron. Así debe ser recordado
¿Por qué no salimos a las calles nuevamente como cuando Vargas llosa y Henry Pease, con Perú, Vida y Paz, convocamos multitudes para decirle no al terror el día en que Sendero llamó a un paro armado nacional? ¿O cuando María Elena Moyano salió, hermosa y valiente a enfrentarlos en las calles de Villa El Salvador? ¿Por qué el Grupo John Lennon, Herbert Rodríguez y tantos otros artistas no salen a pintar nuestras paredes los 12 de septiembre de cada año y “San Marcos por la Vida” nos vuelve a llamar a romper con la pasividad, para recordar que fuimos capaces de indignarnos, y para seguir alertas frente la violencia?
¿Qué le falta a nuestra democracia para tener un día nacional que conmemore la caída del más feroz criminal de nuestra historia republicana, como ha propuesto Juan Carlos Tafur?
11 de septiembre del 2001
No fue un piloto despistado sino el más feroz ataque que haya sufrido Estados Unidos en toda su historia. Le quitaron más de tres mil preciosas vidas. Lo hirieron en el centro del poder. Por primera vez se sintieron vulnerables y experimentaron lo que España, Irlanda, Alemania, Perú, Italia y tantos otros países en Asia, América, Europa y África habíamos vivido y aún vivimos por las acciones del terrorismo.
Un día que cambió el mundo. A partir de entonces el mensaje fue claro: no existe lugar seguro en el planeta.
Dese ese momento se empezó a justificar lo injustificable: la invasión a Afganistán y a Irak. Desde ese día iniciamos el retroceso. Se encerraron miles de personas en cárceles clandestinas en el mundo y en Guantánamo sin definir su situación legal; se dictaron leyes para justificar la tortura y se torturó en Abu Ghraib y en tantos otros a lugares que no han sido aún nombrados con la furia de Botero.
Pero, a partir de ese día también, se planteó la pregunta crucial de la garantía del derecho a la seguridad en la democracia, del derecho a vivir libres de violencia
¿Qué pasa con la democracia en esta parte del mundo que no tiene la fuerza para enfrentar al terror sin violar los derechos, garantías y libertades de los seres humanos y de los pueblos? ¿Qué debemos aprender de aquellas sociedades que practican a más terror, más democracia y salen vencedoras y fortalecidas?
Nunca, como en estas dos fechas, se me plantean preguntas tan hondas.
Solidarios y vigilantes
Hasta la próxima
miércoles, 12 de septiembre de 2007
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7 comentarios:
Los 11 de septiembre tienen que ser recordados, pues son fechas que tienen aún mucho que decir y situaciones de las cuales debemos aprender. Es bueno recordar a Allende, la caida de Guzmán y La Caida de las Torres Gemelas.
Asi como la caida de Allende y de las torres genero repudio, tambien genero malignos ñacañaca entre gente sin moral
la invasion a Afganistan no fue objeto de mayor debate ni de los que ahora se rasgan las vestiduras por lo de Irak, osea los democratas.
He hecho un pequeño homenaje a Allende en mi blog, lo hago cada año... sería bonito si le das una mirada.
Saludos.
Curioso mes setiembre. Más curioso aún que dos acontecimientos que incumben de alguna manera al Perú hayan ocurrido el mismo día. Y sí, si el gobierno no es capaz de conmemorar el 12 de setiembre lo deberíamos hacer los ciudadanos. Al menos los bloggers, creo, hemos dado un primer paso.
Hola Susana. Una mera salvedad matemática: si estuviste en Chile el 11Sep83 no habían pasado trece años del golpe, sino diez. Saludos.
Guau,,, y casi paso así nomas estas fechas (11 y 12 de setiembre). y repito lo mismo: "¿Qué le falta a nuestra democracia para tener un día nacional que conmemore la caída del más feroz criminal de nuestra historia republicana...?"
en fin, importante tambien lo que leo en uterodemarita, que los autores de esta captura fueron el "El GEIN de Benedicto Jiménez y, en general, la Dincote de Ketín Vidal -que- lograron mantener a raya a los Colina y Montesinos".
Mientras cierta izquierda no deje sus simpatias por el totalitarismo senderista y Allendista (que propicio abiertamente un estado de caos y confrontación que luego endilgarian a la CIA, como es su costumbre), no habrá nunca un dia especial para celebrar la derrota de la insania. Más bien eso producirá mas fanfarrones como Fujimori que aprovechan el legitimo clamor de paz y orden de la gente para llenar sus bolsillos.
Estamos hechos
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