
Recuerdo a la familia de Indalecio Pomatanta, al Padre Gerald Veilleux, responsable del Comité Vicarial de Derechos Humanos de Ucayali luchando por que se haga justicia desde el momento mismo en que ocurrieron los hechos que ocasionaron la muerte de Indalecio; acompañando a sus familiares también víctimas de la impunidad y el silencio del Estado todos estos años; un hombre de convicción inquebrantable. Soy testigo de las presiones y amenazas sufridas por el en esta lucha.
Recuerdo las fotografías que me horrorizaron cuando en mi calidad de Secretaria Ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, estuve en Pucallpa el año que Indalecio Pomatanta murió de manera tan violenta por orden del ex comandante de la Base Contrasubversiva de San Alejandro, capitán de fragata Andrés Egocheaga Salazar.
Indalecio era un niño cuando murió —pocos lo dicen— víctima de las quemaduras horrendas, luego de recibir cultazos en el estómago. Su pequeño hermano horrorizado, veía impotente el atroz tormento inflingido por autoridades que vestían el uniforme de la Patria, personas que parecieran no compartir su misma humanidad. ¿Quién puede, una vez detenido y en total indefensión, rociar de con tres galones de gasolina a un adolescente y prenderle fuego, impidiendo que nadie se acerque, mirando impasible y cínicamente el tormento?
La condena a 20 años del autor de este crimen es una respuesta que llega trece años después, pero llega. La madre de Indalencio, Rosa Albarrán, sabe sin embargo que nadie le devolverá a su hijo, ni se borrarán de su retina las atroces imágenes finales de su tierna vida.
La Marina de Guerra del Perú deberá incluir en su currícula de estudios el caso de Indalecio para enseñarle a los jóvenes marinos que hechos como estos no son propios de un ser humano, menos de un seguidor de Miguel Grau. El Comandante General de la Marina de Guerra del Perú, deberá pedir perdón en nombre de su institución a la familia Pomatanta Albarrán. Tal vez así repare lo ocurrido y garantice que hechos como estos, jamás se repitan.
Solidarios y Vigilantes
Hasta la próxima